Crónicas de una argonauta

«El día que le conté a mi familia que me iba de viaje ya tenía comprado el billete de ida a Malasia. Creyeron que me iba de vacaciones, aún no sabían (ni ellos ni yo) que regresaría a casa un año y medio más tarde». Irene García.

Irene García, de Crónicas de una argonauta para Genios Terrenales

Hace cinco años la conocí por internet, en una foto en la que escondía su rostro detrás de una cámara de fotos cuando yo todavía vivía en el sur y ella aún planificaba su gran sueño. Hoy es la primera vez que nos encontramos presencialmente para charlar. Va vestida de oscuro y me regala todo un sábado para desayunar, comer y pasear por Sabadell, su ciudad natal. Irene García salió de la universidad con el título de Humanidades y un máster en Edición debajo del brazo. No tardó en trabajar “de lo suyo” pero en condiciones muy precarias. Un día se lió la manta a la cabeza y empezó a ahorrar todo lo posible para poder viajar sin fecha de vuelta.

→ Tus aventuras, tu viaje por el sudeste asiático, tus nuevas y viejas rutas… en definitiva, todo lo positivo de tus andanzas lo podemos leer en tu blog Crónicas de una argonauta. Háblame sobre los momentos difíciles de tu viaje.

No los tengo presentes, cuando alguien me pregunta por el viaje no se me ocurre contar lo mal que lo pasé un determinado día sino la buena experiencia que fue en general. Todo el mundo en su día a día pasa por momentos malos, aunque es cierto que yo no he tenido momentos especialmente complicados. De todas formas cuando pasa algo fuera de lo común, el instinto de supervivencia hace que se te ocurran cosas que en un estado más relajado ni te plantearías.

Durante el viaje aprendí a desarrollar mucho la paciencia. Hay que ser constante, cuando hay algo que va mal y tienes que resolverlo, la solución no vendrá a ti fácilmente. A pesar de ello siempre tienes la intuición de que de una forma u otra todo se arreglará. Generalmente, en momentos de bloqueo nos ponemos a pensar en el problema y no en la solución. Aun así, te confieso que a veces me autocensuro en mis escritos mientras estoy fuera para que mi madre no sufra. Una vez en casa no me importa contarlos.

→ ¿Quizá sea peor la vuelta?

Mi madre se enfadó la noche que le conté sobre mis intenciones, algún día se me acabarían los ahorros y tendría que volver. “¿Qué vas a hacer después con tu vida?” No logró entender mi motivación por el viaje pero al día siguiente la tenía ahí, apoyándome en mi decisión. Año y medio más tarde, ya en Sabadell, ella creía que tras matar el gusanillo todo volvería a su cauce. Pero al poco me fui otra vez, esta vez por 3 meses y con la bici, de Barcelona a Lisboa.

→ Son saltos generacionales

Y culturales. La ecuación ir a la universidad + trabajar de 9 a 18h + tener una familia no es la única perspectiva, ni es válida para todo el mundo. Cuando entré al mundo laboral me harté rápidamente de este planteamiento occidental de lunes a viernes con un mínimo de cuarenta horas semanales de trabajo… ¿qué significado tenía esto? Si a partir de entonces mi vida iba a ser así, ¡vaya mierda de vida! Por aquel entonces lo intuía y ahora lo creo firmemente (aunque esto le siga chocando a mi familia), el trabajo no es mi centro de atención. De hecho ya no reconozco esta  visión, no acabo de entenderla ¡cuando antes yo pensaba así! El trabajo es algo que me tiene que servir a mí, no yo servir al trabajo.

→ ¿Vivir obviando al trabajo?

No se trata de eso sino de la importancia que le otorgues. Yo no me marché antes de viaje porque tenía miedo de echar a perder mi carrera profesional. Ahora prefiero el viaje antes que esta supuesta carrera. Ojo, soy realista y sé que tengo que trabajar en algo pero mis preferencias han cambiado, giran en torno al turismo. En cualquier caso estaría relacionado con el viaje y para eso tengo que viajar. Si en el camino me equivoco pues tampoco pasa nada. Siempre tendré la oportunidad de volver e intentar el modo de vida tradicional. En definitiva, si no me pagan por viajar, ya me iré pagando yo el viaje. Buscaré la forma.

→ ¿No te da miedo volver y ver que te has quedado fuera del mercado laboral?

Viajando me he dado cuenta de que existen más oportunidades de las que creemos que hay. Aquí pensamos que tenemos una fecha de caducidad. Mi familia teme que a la vuelta las empresas ya no me quieran, a mis treinta años. ¡Soy yo a quien no le interesa este tipo de empresas! Cuando he estado fuera me han ofrecido trabajo sabiendo que mi estancia en el lugar era temporal e incluso cuando yo no lo buscaba.

→ Fuera de España, claro.

Desde China quería viajar a Taiwan y solicité alojamiento a cambio de trabajar algunas horas en el lugar. Mandé emails a muchos hostales, sin estar realmente convencida de que eso fuese a funcionar… me sorprendí con la respuesta. Me aceptaron tantos que tuve la oportunidad de elegir con cuál de ellos me quedaba y poner yo mis condiciones laborales. Al principio solo fue un intercambio de alojamiento y comida por limpiar dos habitaciones (un trabajo que no se medía en horas sino en resultados, había días que podía tardar 6 horas en hacer la tarea y otros que solo necesitaba una)

→ ¿Aprendiste algo limpiando en aquel hostel?

Aprendí que la gente te ayuda hasta un punto que ni te imaginas. Un día le conté a mi jefe que se me estaba empezando a acabar los ahorros y que estaba buscando un trabajo que me diese dinero. Me consiguió una entrevista en una academia de inglés del barrio y me cogieron, pero no pude trabajar con ellos por problemas de visado. Él seguía implicado en buscarme un trabajo y se le ocurrió una solución: me propuso darme dos habitaciones más para limpiar a cambio de un pequeño sueldo. Obviamente acepté, con esto pude ahorrar y continuar mi viaje hacia India y Nepal. Yo no le pedí ayuda realmente a este hombre ni él tenía por qué hacer todo esto por mí, pero lo hizo.

→ Qué importante es crear lazos con la gente

Sin duda. Mucha de esa gente que te marca tanto a nivel personal probablemente no te la vuelvas a cruzar nunca más. Esto no tiene por qué ser malo pues te lleva a experimentar cosas nuevas. Algunas de estas personas se movían en bici y a mí me empezó a entrar el gusanillo. Y oye, yo al gusanillo lo tengo que matar así que me planteé recorrer el norte de España en bicicleta.  Lo que más me gustó fue conocer a toda esa gente con la que me he topado por el hecho de ir en bici. La interacción es distinta.

→ Aunque te consideras introvertida, en este viaje buscaste la provocación

Cuando iba entre Asturias y Cantabria llevé durante dos días un cartel pegado a la parte trasera de la bici con la frase “Tengo hambre” escrita en él. Me inspiré en el libro de Itziar Marcotegui y Pablo Strubell Turista lo serás tú. Fue un juego para ver la reacción de la gente.

→ Me gusta. Experimentaste en tu camino hacia Portugal

En ese momento aún no sabía que llegaría a Lisboa, mi objetivo era llegar a Santiago. Hablando de hambre, pensamos en Portugal como en “ese país pobre de la península”. Somos muy soberbios en España… le damos la espalda a un país con el que hemos compartido mucha historia, llegué a sentir vergüenza porque ellos sabían mucho más de mí como ciudadana española que yo de ellos como portugueses.

→ Y sin embargo jugaste a ser pobre. Según un estudio del diario.es  el umbral de riesgo de pobreza para un hogar de 2 adultos sin hijos en Cataluña es de 14.651,1 euros, mucho más de lo que te habrías gastado aun yendo acompañada en tu gran viaje de, recordemos, un año y medio.

¿En qué están basados esos límites? En un nivel de vida de clase media hay muchas cosas que yo no necesito y eso no me hace pobre. Entiendo que se basan en modelos anticuados. Para mí ser pobre significa no poder acceder a lo básico: alimentación, techo y salud. ¿Qué valoras más en tu vida, el dinero o el tiempo?

→ Dinero o tiempo, dos motivaciones de dos vidas diametralmente opuestas pero con algo en común: la mayoría de la gente tiene un objetivo. ¿Y si tú alguna vez no logras el tuyo?

En un momento de mi vida me planteé el viaje en bicicleta porque realmente era fácil: si empiezaba a pedalear y confirmaba que me gustaba viajar en bicicleta, continaba hacia adelante; si no, me volvía. En este caso llegué más allá de lo que me propuse. Ahora, “viajar hasta donde pueda y si no, me vuelvo” es una declaración demasiado cómoda para mí. Ya no me basta con disfrutar de esa tranquilidad en la que no tengo que esforzarme si no quiero.

→ Te me escapas a mi entendimiento. ¡Quieres salir de tu zona de confort viajera!

Necesito un reto, me parece interesante saber hasta dónde puedo llegar. Siempre da miedo pero hay que intentarlo. Eso sí, hay que saber discernir entre aquellas situaciones que puedas o no afrontar. A veces serán jugadas de tu cerebro que te nieblan por unos momentos, supongo que habrá otras que me harán parar en seco.

→ Y aceptar que no lo lograste.

Será lo difícil, aceptar esa última decisión sin martirizarse.

Esta entrada pertenece a Genios Terrenales, un proyecto de gente con un punto en común en sus vidas: sienten pasión por lo que hacen. Irene García volará el próximo 8 de marzo a Nueva York pero, de nuevo, se va sin billete de vuelta. Su objetivo es cruzar América y su sueño es ir de Canadá a Ushuaia. ¿Lo conseguirá?